De pie en la iglesia sola, contemplaba el ataúd sin dolor. Las lágrimas que corrían por su
cara eran de alivio. El odio se había ido. Su corazón no sentía amor
es cierto, pero estaba libre. No creía en DIOS, ni en ningún ente superior que la castigara por esa
falta de amor.
Se acercaba el día en que podría
escapar de su marido también, lo presentía. No sabía cómo sería, pero el día que por fin sucediera
sería para siempre.
Una vez había pedido ayuda a la mujer que estaba en ese ataúd y su
ayuda había sido otra bofetada, lo que más le había dolido fue la cobardía de
su padre. Sus padres con su ejemplo le enseñaron a mentir, o a no decir toda la
verdad. Claro que la estupidez de su marido era una ayuda; si supiera que
ganaba el doble de lo que le decía se ganaría una paliza. Ya no importaba; hacía
mucho tiempo que se había jurado a si
misma que por culpa de ese bestia no iría a la cárcel.
Agradecía a sus padres el que la obligaran a trabajar durante la carrera
y los veranos cuidando niños en Inglaterra y Alemania para estudiar idiomas.
Sí, fue duro es cierto, pero salió al mundo, maduró. Tampoco echaba en falta la vida familiar; es más descubrió que existían otras familias muy
diferentes a la suya.
El circo hipócrita que su madre había montado para su propio funeral
terminó. Observando todo eso, reflexionó sobre las personas que son capaces de
organizar este circo en la muerte e incapaces de organizar la vida. Traen hijos
al mundo a los que son incapaces de dar amor y los maltratan psicológica mente en muchas ocasiones. No se arrepentía de haberse preparado para no tenerlos.
Lástima que en cuestión de hombres su inteligencia emocional fue cero.
Demasiado tarde descubrió que los príncipes azules no existen. Lo que te parece
estupendo cuando buscas amor de forma
desesperada se convierte en una
pesadilla muy pronto.
Pidió una semana de vacaciones para organizar todo lo de la casa de sus
padres. Suponía que su madre lo habría dejado todo a la iglesia, o a alguna
ONG, no importaba mucho lo que sucediera… Y su marido- carcelero creía lo mismo,
para él lo poco que dejara su madre no era importante. Ahora que creía que la
tenía dominada no se le ocurría que
pudiera ocultar algo... Sí podía y lo seguiría haciendo.
Mirando los cajones del despacho descubrió algo que la dejó helada. Parece que su madre quería comprar el
cielo siendo generosa con su hija en lo material… Bien, si ella había muerto en paz dejando a la hija bien provista...
Continuara
R.M
Que será lo que descubrió.
ResponderEliminarMe has dejado intrigado.
Te felicito por el relato.
Besos.
Oye¡ está genial¡
ResponderEliminarBss, no nos hagas esperar mucho)))
Tengo ganas de saber más ..
ResponderEliminarMe resultó escalofriante, espero la continuación
ResponderEliminarBesos
Quedo a la expectativa de la continuación...
ResponderEliminarMe gusto mi querida Reina.
Besitos
Hola Reina!!!!!
ResponderEliminarAl menos lo que no recibió en vida en forma de cariño lo recibió a su muerte en forma de...dinero, joyas, terrenos?????
Haber niña cuando continúas con la historia que me has dejado a medias y será capaz de abandonar a su marido??, seguirá aguantándolo????, ponte a escribir yaaaaa!!!!!!
Por cierto, la historia comienza muy bien, me gusta!!!!
Un besito reina!!!!!!
ResponderEliminarTiene buena pinta, Concha, me parece un relato algo agrio y en cierto porcentaje, muy realista.
Como dices en tu relato, hay muchas clases de "familias".
No tardes en continuar.
Besos.
A veces la realidad supera la ficción y el drama a la comedia. Este cuento no deja indiferente y comprendo a la protagonista, conocí una historia parecida pero con final más triste porque era la hija quien estaba en el ataúd.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo
Hola Reina!
ResponderEliminarIntrigante relato, mucho dolor guardado dentro de la protagonista y desencanto de la vida.
A veces ,lo que consideramos como familia, no ha de llevar la misma sangre, hay amigos que nos pueden aportar mucho más.
A ver como continua y se desarrolla la historia con el nuevo descubrimiento.
Besitos.