viernes, 29 de marzo de 2013

martes, 5 de marzo de 2013

Escapada.


El domingo durante la comida  su marido recibió una llamada y anunció que se iba de viaje. Una alegría, a pesar de los encargos; recoge el coche del taller, los trajes del tinte, blablá… Tenía la sensación de que esas tareas tantas veces repetidas, esta vez no iba molestarse en hacer ninguna. El momento había llegado; sentía vértigo a lo desconocido ¿Saldría todo bien? Casi estaba todo preparado, algún detalle, pero sobre la marcha. Necesitaba llamar otra vez al dueño de la casa que había alquilado; por fin tenía el sitio donde  iba a perderse  durante unos meses.  Por casualidad  y de forma bastante rara había encontrado una aldea perdida en Portugal cerca de Galicia. Suponía que de vez en cuando ocurren cosas ´´raras``; cuando escuchó hablar del sitio, puso la oreja y lo buscó. Le costó encontrarlo y aún más  alquilar una casa. El mundo es grande y sí no le gustaba, se iría a otro sitio.
El lunes  almorzaba con la tranquilidad que te da  saber que ese es el último día en ese trabajo; sin preocupación, ni prisa. De pronto; -hola, soy la novia de tu marido; miró con sorpresa a la mujer que hablaba, no se sorprendía por lo de novia, no, era por el evidente embarazo. Que quieres?- que lo dejes! - ¿Sabe tu novio que estás aquí? No, es evidente que no; te sugiero que no se lo digas, ¡¡¡Enhorabuena por ese niño!!!
De vuelta a casa decidió ir al taller a recoger el coche; tenía un plan, que sabía que era una ´´niñería``, pero lo iba a disfrutar.
Empezó por los ordenadores; el portátil lo metió en la bañera llena, el PC  lo  conectó, lo  abrió y paso un destornillador por la placa. Le pareció poco y quitó el disco lo tiró en la bañera, arrancó todos los cables. Era consciente que eso era un venganza muy pequeña, pero… A continuación recuperó el portátil lo secó y lo dejó en su sitio para enchufarlo cuando se marchara. Con el móvil hizo lo mismo, bañito… Faltaba el coche y se puso a ello, había oído que poner azúcar en el depósito de la gasolina lo inutilizaba. Se marchó  como si fuera a trabajar como cada día, sin nada, nada necesitaba. Estacionó su coche en zona azul cerca de su trabajo, abrió el depósito y endulzó la gasolina.  Un  pequeño detalle, la tarjeta de crédito; la puso en un sobre con el número secreto y una recomendación ´´úsala con tino`` se la entregó al primero que vio pidiendo.
Qué fácil es viajar cuando se tiene dinero; podía haber vaciado la cuenta, pero, no lo necesitaba, esperaba que otros lo hicieran antes de que lo descubriera  ´´EL``.  Antes de darse cuenta estaba en París  comprando algo de ropa una pequeña maleta y para rematar un corte de pelo. Solo eso no pensaba disfrazarse.
Siguió viajando por Europa hasta llegar a Lisboa y a pesar de la intensa lluvia le gustó. Pasó una semana visitando la ciudad; alquiló un coche  y se puso en marcha hacia el  Norte. Otra semana en la pequeña ciudad, donde alquiló un apartamento, hizo todo el papeleo para ser residente; no era imprescindible, pero ahí se iba a quedar, de momento.  Cuando fue al banco casi le ponen la alfombra roja; lo mismo cuando fue a comprar el coche y pagarlo al contado. Es cierto que el dinero no da la felicidad, pero ayuda a buscarla, o por lo menos a buscar la paz. Al buscar información para viajar a la aldea se dio cuenta que necesitaba más ropa de abrigo, la poca gente a la que preguntó sobre el sitio; recibió la misma recomendación, abrigarse, llevar botas y si no tenía prisa esperar porque iba a nevar. Su casero, al que llamo para decir cuando llegaría le recomendó tener mucho cuidado y que no se preocupara por nada, que él estaría esperándola con algo caliente para comer. Le hizo gracia por cómo le hablaba, como de la familia y estaba segura que no era por la casa que le alquilaba; ya había notado más generosidad en la gente.
Se puso en marcha y como tenía tiempo (eso creía) se fue parando, visitando sitios curiosos para una urbanita como ella. Incluso entró en Galicia, mirando el mapa pensó; si me pongo enferma es más fácil ir al médico a España. Con ese pensamiento se le ocurrió  que podía decir que había perdido la tarjeta de la SS y solicitar una nueva con residencia en Ourense…
 Empezó a nevar  y estuvo a punto de quedarse a pasar la noche, pero se lo pensó y siguió adelante. Por fin llegó y ahora que ya estaba le parecía precioso, todo blanco y silencioso. La nieve es bonita si no vas en coche por una carretera desconocida y solitaria. No era la única loca en la calle  con esa nevada, había unos críos jugando con la nieve y al oír el coche  todos dejaron el juego para mirar. Paró y preguntó dónde estaba la casa del veterinario, estaba allí mismo, bueno ahí todo estaba al lado...
Salió a recibirla una mujer embarazada, muy embarazada!!! Quiso creer que eso era buena señal. Descubrió que era el veterinario, sí, pero era más cosas; tenían muchos animales. La señora le dijo que su marido estaba poniendo comida a los animales y tardaría una hora o más.
Sin preguntar, puso en la mesa pan, mantequilla, embutido, bizcocho y preguntó ¿café, té, vino?  Vino  y quizás café después. Mientras comían charlaba con la mujer que le explicaba que la casita (la llamó así)  estaba mismo pegada, pero era tranquila, con chimeneas, calefacción, etc.
 A la hora de cenar, cuando ya había visto la casa, descubrió lo que era una familia. Tenían una hija, era una de las que jugaban con la nieve, a pesar de estar la niña les informó: estoy escapando de mí marido- debe tener buenas razones para ello, no creo que la encuentre aquí, eso fue todo.  

R.M.


Nuestra amiga volverá por aquí, de momento la dejo que descanse.